El estigma de la salud mental. Ft. @4missfortune
El estigma de la salud mental
Por: @4missfortune
A lo largo de varias generaciones, la salud mental ha sido considerada como un tema que sólo se habla bajito y por debajo de la mesa. Como si el hablar de la estabilidad emocional y el bienestar humano se volviera un tema delicado de tocar como lo podría ser una postura política o religiosa de las que tanto se te pide evitar en una reunión familiar.
Recuerdo de niña haberme asustado al escuchar la palabra psiquiatra, temer que algún día podría terminar en manos de alguien con ese tenebroso título y todo porque solía asociarla con los cables eléctricos, los ojos saltones o las temibles camisas de fuerza que veía en las películas de ficción. Películas que trataban de infundir la idea de que si alguien acudía a estos profesionales seguramente es porque estaba loco, porque estaba mal, porque esa persona era “un monstruo”.
Y es que podríamos decir con frialdad “Está bien, sólo es una niña ignorante, cuando crezca y adquiera los conocimientos sabrá la diferencia” pero desafortunadamente no sólo es el caso de una niña pequeña, actualmente en nuestro entorno aún podemos escuchar a una gran parte de la población adulta e incluso profesional replicar estas ideas. Aún las personas tienen miedo de que al acudir con un personal de la salud le digan “necesita un psiquiatra”, y todo, porque crecimos con estos estereotipos tan deformados por los años de una de las profesiones más interesantes y también complejas en el ámbito médico.
Y cómo no serlo, la mente es la caja negra del cuerpo, un espacio tan nuestro, lleno de engranajes y conexiones complejas incluso para nosotros mismos. Saber que existen personas que dedican su vida entera estudiando y mejorando cada día para lograr descifrar este universo interno, para así, poder ayudar a otros es simplemente maravilloso. No son villanos de una película, no son personas malvadas, son héroes incomprendidos.
Afortunadamente esa niña miedosa se encontró con las respuestas a esos miedos mal fundamentados –no hay mejor maestro que la vida misma. Mi abuelo fue diagnosticado con trastorno bipolar cuando tenía aproximadamente 60 años, toda su vida tenía emociones desenfrenadas y eso todos lo tomábamos simplemente como mal humor, hasta que llegó finalmente con una psicóloga la cual le dio la frase tan erróneamente temida, “necesita consultar a un psiquiatra”.
Mi abuelo necesitó de alguien para ayudarlo, no porque estuviera mal, no porque estuviera loco. Esto es muy simple de entender; cuando tienes gripe, cuando te lastimas un brazo, cuando te duele algo, ¿a quién acudes? –A un doctor; y mi abuelo, necesitaba uno, necesitaba alguien que le ayudara a entender qué sucedía en su mente que le hacía sentirse tan extraño, necesitaba alguien que lo guiara para poderse relacionar mejor con las personas que le rodeaban y lo más importante: consigo mismo; y esa persona, era un psiquiatra.
Aprendamos a valorar que la salud mental es tan necesaria como la física, debemos reconocer que todos necesitamos ayuda, y también, dejar de satanizar los trastornos mentales. Esta no es una película de bajo presupuesto donde todo acaba en la infelicidad de esos extraños –es la vida, y en ella, todos como seres humanos merecemos respeto.
Siempre mantengamos presente que, en esta vida, para cada zapato, hay un zapatero.
Gracias por esta colaboración a @4missfortune; Arantxa Meza
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